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Este blog esta escrito por una mujer. Cómo toda mujer, del planeta Venus, soñadora y con gran imaginación. Quien solo intenta poner en orden las ideas que como mariposas aletean en su cabeza.

miércoles, diciembre 03, 2008

Corrige a tu hijo...

Navegando en la red, me tope cierto dia con un blog, a mi parecer muy bueno, muy creativo, y muy informativo, que realmente hace honor a su nombre, me hace reír, y muchas veces reflexionar. Tan es así, que lo tengo como de mis favoritos, (ahí esta el link a la derecha).
Hazme el chingado favor, y mira que el nombrecito le queda a la perfección.
He leído varios articulos, y el 98% me fascinan, y estaba leyendo uno que me llamo bastante la atención, y sin màs, de mi mente salieron ideas e ideas...
Lo mas coherente, era poner un comment al final del articulo, pero habiendo casi 300 comentarios me pregunte, ¿Quien carajos va a perder el tiempo leyendo mi comment? Por ello, me decidi a hacerlo en mi propio espacio. Aqui en mi blog.
El articulo se llama CORRIGE A TU HIJO y habla de unas varitas finamente hechas, con leyendas escritas en ellas, sacadas de la misma biblia, algo asi como: "Corrige a tus hijos", "Si castigas a tu hijo con vara, no morira". Bueno, el punto es que las varas estaban a la venta en una tienda cristiana, y ¿para que? pues simple y sencillamente, para golpear a tu hijo, cada vez que lo amerite.
No fue tanto el artículo lo que me llamo la atención, si no los comentarios de todas las personas que opinaron. Unos, instintivamente dijeron que eso era un horror, que ya no estamos en el siglo pasado, que estan locos los cristianitos que siguen la biblia como simples borregos, que golpear a los hijos es una aberración. Pero por otro lado hubo quien defendio la idea; digo, no de comprar las varas, pero si de que en realidad, a los hijos si se les debe corregir. Y hubo alguien que escribio algo muy cierto:
"Los padres, necesitan mucha inteligencia para educar a sus hijos".
Totalmente de acuerdo. Digo, la mayoria de nuestros padres, fueron criados a golpes, y digo de verdad tremendas varejonizas, y no con varitas finamente lijadas, con "ramitas de arboles", con ganchos de ropa, con cables mojados. Fueron castigados severamente, y no con dejar de ver la tele; con castigos de verdad humillantes y traumantes, ¿Como cuales? les parece dejarlos encerrados en el baño, a oscuras por unas 4 horas? darles un baño de agua fria, encuerados a la vista de todos? suplicar perdon de rodillas, y casi casi besar los pies de sus padres?
Y no puedo decir que son excelentes humanos en la actualidad, pero de verdad a los 15 años eran diferentes a nuestros adolescentes, a los que ya no se les puede tocar ni un pelo por que te demandan con el DIF.
Los padres de verdad necesitamos mucha inteligencia para criar a nuestros hijos, para amarlos, y demostrarles ese amor, sin que ellos nos traten como criados. Inteligencia, para corregirlos sin llegar a los extremos de dejarles marcas en sus cuerpos. Inteligencia, para hacerlos hombres de bien, responsables, coherentes...
Nunca he estado a favor de las "tundas", pero realmente es muy necesario de vez en cuando una cachetadita, un jalon de brazos, o una sonada nalgada. Terriblemente, es necesario.--Claro, solo cuando de verdad se amerite--. Se que muchos padres, tratamos de darles a nuestros hijos todo lo que nosotros no tuvimos, pero desgraciadamente, ellos no van a aprender lecciones que nosotros aprendimos, por no tenerlo todo. No debemos dejar que nuestros hijos nos falten al respeto, ni darles todo a mano llenas, debemos de tener la inteligencia necesaria para darle uno, y solo un golpe cuando irremediablemente lo amerite. Y tener la inteligencia necesaria, para darles un gran beso, un abrazo, y decirles cuanto los amamos. Tener inteligencia para enseñarles principios, valores, amor y honradez por sobre todas las cosas.
Cuando estén en la carcel por ladrones, violadores, asesinos, o cuando esten muertos por drogadictos o vagos, será muy tarde para corregirlos, ni con todo los golpes, ni con todo el amor del mundo.
Corrigelos ahora... ¡Mucha Suerte!

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Un regalito precioso de Chío Padilla