Los siguientes días solamente nos topábamos de vez en cuando intercambiando miradas furtivas, sonrisas efímeras y ‘Adioses’. Una tarde salí de clase con mi mejor amiga Sara, esperábamos el autobús, pero siempre dejábamos ir uno que otro, antes de subirnos al que nos llevaría a casa. Sin dejar de platicar con ella mire a lo lejos que venía Leonardo, aún entre la multitud él también logró verme, lo malo fue que Sara interceptó nuestras miradas y lanzó un gran grito –como ella acostumbra- de burla hacía los “tortolos”, cómo decía.
A pesar de que le había confesado que él me gustaba, pero le pedí que no dijera nada, a ella le valió poco su promesa.
Tanto fue el alboroto, que Leonardo decidió acercarse a saludarnos, pero risa y nervios conspiraron en su contra haciéndole perder el equilibrio y la vista, lo que le hizo tropezar con un bache, y caer a media calle. Nuestras risas no cabían, y su color colorado en la cara lo había transformado en tremendo tomate. Así que cuando retomó su camino solo atino a saludarnos de lejos y subirse en el primer autobús que por ahí pasaba. Inoportuno fue para él que el chofer de ese camión decidiera esperar a que se subiera más gente, estacionándose frente a nosotras.
Mi amiga que no es nada cohibida, aún en mi contra, empezó a llamarlo para que se asomara por la ventanilla. Solo hasta que el autobús dio indicios de avanzar fue que Leonardo se cambió de lugar y se asomó a vernos. Sara lo invito a que bajara y se quedara un poco más con nosotras, pero el se negó argumentando que tenia “mil cosas por hacer”. Y justo en que el camión avanzó Sara dijo algo que nunca olvidaré: -Dice mi amiga que si te vas con ella, por que se va a ir sola, caminando hasta su casa- …En el momento en que terminó la frase el camión ya había avanzado casi una cuadra, así es que solo pudimos ver la mano de Leonardo diciéndonos adiós.
Ya sin nada que hacer en la escuela, decidimos partir a nuestras casas, que como no quedaban relativamente muy lejos, llegaríamos a pie.
Tremenda sorpresa nos dio, cuando después de recorridas tres cuadras, encontramos a Leonardo sentado en una banqueta esperándonos.
-¿Y tu que haces aquí?- Dijo extrañada Sara.
-¿No dijiste que tu amiga se iría sola?
-Ja ja, es cierto…- Y diciendo eso alzó el brazo para hacer la parada a un autobús que venía, y sin más ni más se subió, despidiéndose de nosotros con una tremenda carcajada picara.
-¿Te molesta si te acompaño?- Me preguntó con una ternura infinita que me dejó aún más sin habla…
A pesar de que le había confesado que él me gustaba, pero le pedí que no dijera nada, a ella le valió poco su promesa.
Tanto fue el alboroto, que Leonardo decidió acercarse a saludarnos, pero risa y nervios conspiraron en su contra haciéndole perder el equilibrio y la vista, lo que le hizo tropezar con un bache, y caer a media calle. Nuestras risas no cabían, y su color colorado en la cara lo había transformado en tremendo tomate. Así que cuando retomó su camino solo atino a saludarnos de lejos y subirse en el primer autobús que por ahí pasaba. Inoportuno fue para él que el chofer de ese camión decidiera esperar a que se subiera más gente, estacionándose frente a nosotras.
Mi amiga que no es nada cohibida, aún en mi contra, empezó a llamarlo para que se asomara por la ventanilla. Solo hasta que el autobús dio indicios de avanzar fue que Leonardo se cambió de lugar y se asomó a vernos. Sara lo invito a que bajara y se quedara un poco más con nosotras, pero el se negó argumentando que tenia “mil cosas por hacer”. Y justo en que el camión avanzó Sara dijo algo que nunca olvidaré: -Dice mi amiga que si te vas con ella, por que se va a ir sola, caminando hasta su casa- …En el momento en que terminó la frase el camión ya había avanzado casi una cuadra, así es que solo pudimos ver la mano de Leonardo diciéndonos adiós.
Ya sin nada que hacer en la escuela, decidimos partir a nuestras casas, que como no quedaban relativamente muy lejos, llegaríamos a pie.
Tremenda sorpresa nos dio, cuando después de recorridas tres cuadras, encontramos a Leonardo sentado en una banqueta esperándonos.
-¿Y tu que haces aquí?- Dijo extrañada Sara.
-¿No dijiste que tu amiga se iría sola?
-Ja ja, es cierto…- Y diciendo eso alzó el brazo para hacer la parada a un autobús que venía, y sin más ni más se subió, despidiéndose de nosotros con una tremenda carcajada picara.
-¿Te molesta si te acompaño?- Me preguntó con una ternura infinita que me dejó aún más sin habla…
...
Hablamos de mil cosas, pero cuando le preguntaba del porqué me mandaba postales a mi mail con frases como “Hoy soñé contigo mi vida…” o “Te amo desde el momento que te conocí”. Decía riendo que él no había hecho tal cosa y se quedaba en silencio, para luego cambiar el tema.
Ese día el camino a casa se hizo interminable, dándole fin tan solo con una mirada, y un adiós.
2 comentarios:
Cuanto aroma a buenos recuerdos hay por aquí.
Beso.
Muy bueno!!! Yo quiero saber lo que sigue. Se que tendrá un final feliz por eso eso sigo la historia de cerca ^-^
UN SALUDO!!!
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