Diario mensual...

Cómo toda mujer...

El primer, segundo y tercer día del mes me gusta llorar, sin razón alguna, pero con todos los motivos del mundo como pretexto. El día 4 y 5, (después de haber llorado hasta el cansancio) me siento satisfecha, feliz y plena; la vida se me torna color de rosa, y se me llena de brillo y claridad.

Del día 5 al 10, cuento más chistes que el mejor payaso, obsequio consejos muy sensatos, y tomo los mejores para mí. Tarareo canciones al por mayor, y si me animo hasta me echo unos buenos cantos a los gritos. El día 11, 12 y 13 busco el oscuro rincón, me refugio en la soledad y en la paz de mi hogar, entre mis silencios y mi tranquilidad disfruto de las labores de la casa, le dedico a ella retribuyendole lo que me dá: un techo y un cobijo... un hogar...

Del día 13 al 17, o a veces hasta más, la pasión me abraza, Venuz rompe sus cadenas, y deja a flote sus más bajos deseos, su instinto de amante y su imaginación lasciva. El día 18 y 19, las dudas me asfixian, me enloquecen, las preguntas existenciales me abordan y la lamentación de lo que pudiese suceder me tortura... ya para el día 20 y casi hasta el 25, la duda se convierte en dolor, en rabia, en desesperación. Mi corazón se crucifica una y mil veces, y mi alma se destroza en mil pedazos, me cuelgo encima una coraza, y alzo la frente altiva sin temor a que nadie me mire hacia abajo, y con la plena convicción a pisar a quien se cruce en mi camino con el afán de hacerme daño. El día 26, me doy cuenta que para nadie soy indispensable, que sola nací y sola me he de morir, y vuelvo a llorar...

El día 27, alguien me desmuestra que estoy equivocada, que a pesar de todo, muchos me aman, que en realidad mi vida es fantastica, y como siempre la desee, con algunas espinas, pero con muchas rosas...

Y para el día 30 vuelvo a sonreír...

E inicia de nuevo el mes, y todo vuelve a reiniciar, algunas veces varia el orden... pero siempre es igual...