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Este blog esta escrito por una mujer. Cómo toda mujer, del planeta Venus, soñadora y con gran imaginación. Quien solo intenta poner en orden las ideas que como mariposas aletean en su cabeza.

sábado, agosto 07, 2010

Un consejo...

Nunca hemos sido iguales, de hecho, somos muy contrastantes...

La conocí en 2do de primaria, ella era la capitana del grupo de bastoneras, yo era la primera voz del grupo coral. Cuando yo no tenía que comer en el recreo, nunca me faltó su mitad de torta, a pesar de que yo, junto con otras niñas intentabamos cambiarla de religión, pues según nosotras ella tenía pacto con el diablo. Siempre fuimos las mejores de la clase y mientras yo era la abanderada ella era la comandante de la escolta. En 6to grado, la sacaron de la escuela y se fué, demasiado lejos para mí.

No recuerdo cuando ni cómo, pero en mi baúl de recuerdos tengo varias cartas que nos escribimos en ese tiempo. Tres años pasaron, tres años de secundaria, mi amiga Sara, seguía siendo a pesar de todo mi mejor amiga, esa amiga que tanto quería, y a quien, aunque lejos, le deseaba lo mejor. La recordaba ahí: bailando en aquella kermesse, una niña delgadita, rubia, de cabello rizado imitando a "Thalía", mientras yo cantaba como "Selena".

En 3ro de Secundaria un buen amigo me invitó a su fiesta de cumpleaños, y allí estaba yo con mis amigas platicando y chismeando de todo lo que acontecía, al fín una puberta secundarista. En eso estaba, cuando llegó a la fiesta, una mujer exuberante, con una pequeña minifalda que dejaba al descubierto unas largas piernas blancas y un graaan trasero, y una esponjosa melena rubia le semi-cubría el rostro perfectamente maquillado; sin dudarlo, nuestro anfitrión fué a recibirla hasta el portón de la casa dándole todas las atenciones, que a nosotras solo nos lleno de una infinita envidia. Pasó la tarde y mis amigas y yo, nos encargamos de analizar y debatir cada detalle de aquella mujer que el era el centro de atención de muchas miradas. Ya de noche, cuando nos despedíamos, mi amigo -quien no se despegaba de aquella chica- me llamó, pues quería presentarme a su "queridisima" amiga; y fué hasta que tomé su mano, y ella viendome a los ojos y ríendo me dijo: -Yo a tí te conozco, ¿tu no te acuerdas de mi?- Y yo, cómo en las peliculas, hice un recuento en mi mente de todas las mujeres que conocía, y aunque ella no coincidia con ninguna que recordara, su mirada la trajo hasta mi, era ella: mi mejor amiga Sara. La abrace, con gran contento y cariño; pero a pesar de todo, ella nunca me perdonó la "viboriza" que le dí junto con mis demás amigas -que para ese entonces, ya habían acumulado más odio y envidia contra ella-.

Platique con ella, y supe que había vivido los dos ultimos años en Tijuana, y que ahora asistía a una secundaria que quedaba a tan solo tres cuadras de mi casa; y lo mejor de todo, que hiriamos las dos a la misma preparatoria.

Pasó un tiempo, y aunque la veía de vez en vez cuando pasaba por su escuela en horario de clases, no mantenía una estrecha relación con ella. Entré a la preparatoria y nunca la ví, no supe mucho de ella, hasta el 3er semestre en que juntaron los grupos del turno matutino con el vespertino, ella tenía su mundo, y yo el mío. Lo maravilloso de todo era precisamente eso, el contraste de dos mundos tan diferentes, ella administración, yo computación, ella rodeada de niñas maquillandose todo el tiempo, yo con chicos que se la pasaban fumando y jugando cartas. Nuestra amistad se fortaleció, creció y acumuló más y más momentos... fiestas, salidas, pijamadas, secretos compartidos, viajes, acuerdos... desacuerdos... Hasta atrever a escaparse de su casa en una ocasión -en conspiración conmigo y a mi casa desde luego-.

Ninguna de las dos teníamos novio, pero sí muchisimos amores, y también teniamos un trato: la que tuviera su primera vez se lo contaría enseguida con lujo de detalles a la otra. Pero las dos esperabamos no ser la primera. Siempre juntas estabamos que en toda la escuela, nuestros amigos decían que eramos novias, pues nos queríamos demasiado, nos apoyabamos y nos preocupabamos una por la otra, así como nos defendiamos mutuamente con uñas y dientes. Obviamente, eso de ser novias era una completa mentira, pues si algo compartiamos era el gusto por los "buenos machos"... Nos ayudabamos presentandonos amigos, o interfiriendo en la relación de la otra para lograr una reconciliación cuando teniamos problemas con la pareja, nos contabamos todo, nos dabamos consejos... Ah! y yo le gané, en eso de la primera vez, pero en realidad no cumplimos el trato.

Empezaron las preocupaciones por la universidad, ella estudiaría la licenciatura en Admón de Empresas, y yo Informática, buscamos trabajo juntas, y cada quien encontró algo... Pero entre la escuela y el trabajo, el tiempo para compartir se redujo a tan solo algunos momentos -si a caso- al mes. No nos frecuentabamos muy seguido, pero seguiamos siendo, bueno, seguía siendo mi mejor amiga.

Me embaracé y me casé, ella estuvo conmigo, me dió mi ramo de novia. Y seguíamos ahí, mi marido y yo, nos llevabamos muy bien con ella y toda su familia, saliamos a pasear, cenabamos juntos en la casa de ellos o de nosotros... Yo entré a trabajar de nuevo, y compré mi casa -muy lejos de la zona en que estaba su casa, mi casa de soltera, y mi primer casa de recien casada- Dejé de frecuentarla, aunque no lo suficiente para que un día, llegara justo en el momento en que estaban pidiendo su mano. El hombre aquel, no era ni su adorado Juan, ni Eloy, ni Eduardo; era un tipo totalmente desconocido para mí, a quien tenía un mes de conocerlo, una semana viviendo con él, y con quién se casaría en tres semanas.

No volví a verla hasta el día de su boda, en donde me platicó que las cosas no iban del todo bien, pero ella era feliz. Después de la boda, la llamé, le mandé mensajes... y nunca, recibí una respuesta de su parte. Un día mientras caminaba por la calle, la ví con su marido en su camioneta con tremenda panza, me vió, me sonrió y se siguió de largo. Entonces volví a intentar comunicarme con ella, después de haber abandonado los intentos anteriores, pero todo volvió a ser en vano pues no volví a recibir respuesta.

Un día, llegó a mi casa, me platicó que las cosas no eran para nada como las había soñado. No había podido contestar los mensajes ni recibir las llamadas por que su marido le había confiscado su celular, no la dejaba salir, y hasta se había atrevido a darle un golpe -por accidente-... Cuando me dijo eso me dieron unas ganas tremendas de golpearlo, mandarlo a matar si era posible, cómo se había atrevido a ponerle un solo dedo encima, y embarazada... La abracé, y aunque no le dije con palabras que yo sentía el mismo dolor y rabia que ella... espero y lo haya sabido. No se pudo quedar mucho tiempo y se fué.

Al poco tiempo me llegó por celular una invitación para su baby shower. El día de la cita, estaba más tranquila, y aunque no pudimos platicar a gusto y ella me haya dicho que las cosas seguían "igual que siempre, pero ella estaba bien..." le noté en su cara un dejo de tristeza que la embargaba.

De ahí, la volví a ver hasta el día en que nació su hija Noemi. Me enteré que ahora vivía en la casa de sus padres, pero al parecer el marido no trabajaba y se la pasaba todo el día ahí con la niña, mientras ella sí tiene que ir a trabajar. A él le molestan las visitas, y para colmo, para poder entrar a su casa, tengo que atravesar por un templo cristiano -de sus padres- que siempre que paso por allí esta lleno con bastante gente orando y alabando a Jehova.

El punto es... Yo quiero demasiado a esa mujer (y aunque se oiga feo, no tiene nada de malo, y no es nada más que la verdad). Muchos me dicen que si realmente ella me considerara su amiga, ella trataría de buscarme, que si no lo hace, es por que no le intereso en lo más minimo, que no le hago falta para resolver sus problemas, que su vida corre sin mí... Y aunque yo la quiero mucho, por una u otra razón no puedo ni quiero ir a verla, temo crearle un conflicto con su marido, además siempre que paso por su casa, hay un mundo de gente orando y cantando en su "iglesia", además... sale tarde de su trabajo... y muchos más "además"... pero necesito verla, llevo noches soñando con ella... Siento que esta mal, pero que al verla no solucionaré nada, sino por el contrario le haré un problema mayor, pero, su hija tiene casi medio año, y no la he visto... ¿que hagooooooooooo? :'(

3 comentarios:

moscardon diesel dijo...

si es tan fuerte la necesidad de hablar con ella ha de ser por algo importante, busca la manera de comunicarte con ella, creo que es mejor personalmente, pues es probable que su correo electrónico y celular los lea su marido, tal vez un momento antes o después de su trabajo.

albertomejiav dijo...

Querida venus. He leído con atención el conflicto espíritual en el que te encuentras. En nuestras vidas todos hemos tenido una persona especial a quien llamamos nuestro mejor amigo(a)y, es verdad.
Tu amiga de la niñez está sufriendo y mucho. Los celos son dañinos, peligrosos y fatales. Sí pudieras hablar con un profesional en la psicología y que éste sin identificarse cómo tal y en tú compañía hicieran una visita a tu amiga y esposo, pudiera ser que algo bueno saliera del encuentro.
Saludos.

Henry Salas dijo...

Deberías buscarla, nada pierden de verse. Y además es mejor que quedarse con la sensación de incertidumbre y preocupación, que luego puede desencadenar en culpa.

Así que mejor ármate de valor y ve con tu amiga, porque personas que se ganen ese título no abundan en este mundillo enfermo...

Te mando un abrazote amiga =)



Un regalito precioso de Chío Padilla