Necesidad...

¡Ay no!, otra vez ese nudo en la garganta, y ese golpe en el estomago...

Todos los años anteriores había estado ahí con su ramo de flores, quizá un globo, u otro cualquier regalo. Con su gran sonrisa, y sus ojos llenos de brillo, en primera fila, para no perder detalles de la función.

Cada año se realiza la función. Es hermoso ver a tantas bailarinas bailando sus mejores pasos de ballet, pero ella no iba a verlas a ellas, iba a verlo a él. Disfrutaba cada giro, cada movimiento que él daba, aunque cada vez que tenía que cargar o abrazar a alguna de las bailarinas sintiera que la jalaran de los cabellos.

Y hoy, como cada año, él estaba allí. Intentando sintonizar un Pas de bourée, con la mirada fija al público, no con esa sonrisa cándida, si no con esa mirada angustiosa que buscaba entre cada rincón a ella, a ella, siempre a ella.

Pero ella no apareció.

Cada vez que aparecía en escena, sus ojos escudriñaban cada recoveco del teatro, trataban entre tanta gente, de verla ahí, sentada, con su sonrisa, con sus ojos llenos de brillo, con sus cabellos dorados. Pero nada pasó.

La tarde anterior ella le había confesado, que su relación tenía que terminar, que ella -quiza- aún sentía algo por él. Pero existía alguien más. Alguien, que no era él.

Y entre un relevé y otro, su sonrisa, su rostro, ella... Ella que en estos momentos quiza estuviese con él, con ese otro, con aquel ladrón, quien le había arrebatado sus sueños, su amor, su vida entera.

¡No! Otra vez ese nudo en la garganta y el temblor de piernas, y esas ganas tan profundas de llorar. Paso atras, brinco, vuelta... y su sonrisa otra vez.

Las ovaciones de toda su familia y amigos no le bastaron, más hubiese valido tan solo una sonrisa de ella. Tan sólo una mirada.

Pero no. Ésta noche, solo le quedaba llorar.

(¡Caray! que feo que la historia sea verdad!

y peor aún que duela tanto y se trate de mi hermano)